Hace ya 30 años que
sufrimos un intento de golpe de estado en España, para algunos, un
teatrillo organizado por unos cuantos para poner fin a una situación
que se antojaba cuanto menos nefasta; con un presidente que
renunciaba a su cargo mientras los partidos nacionalistas ganaban
fuerza y terreno en su autogestión gracias a las últimas
concesiones de Adolfo Suarez, algo que a los sectores conservadores
no gustaba ni un pelo; con un PSOE habido por pasearse victorioso por
la Moncloa a sabiendas de su momento de auge social y con un Rey que
teóricamente exclamaba “a mi me lo dais hecho”.
Todo esto unido propició
nuestro último ataque vivido a la democracia, algo que sin duda dejó
huella en los españoles, que veían como su recién estrenada
realidad política, se podía ir al garete por la ineptitud de unos
cuantos políticos y la arrogancia de otros tantos militares; por
supuesto, ambos bandos con la bendición de nuestro campechano Don
Juan Carlos, siempre y cuando claro está, se lo sirvieran en bandeja
de plata.
Y así lo hicieron, y aún
con fallos de última hora, debidos a un Tejero al que no le
convencieron en absoluto los integrantes de un gobierno
preestablecido, consiguieron finalmente llevar a buen puerto este
episodio nacional, sirviendole al Rey la cena en plato fino como
había pedido.
Habra quién no acepte
esta teoría conspirativa como verdadera realidad de lo ocurrido y
prefiera pensar que lo sucedido fue una cabezonería de un grupo de
militares falangistas que no encontraron nada mejor que hacer aquella
tarde del 23 de Febrero de 1981. Yo por mi parte tengo serias dudas
de que esto ocurriera así, tendré que esperar por tanto a que un
nuevo cable de Wikileaks me saque de dudas y nos muestre la verdadera
historia de aquel acontecimiento.
Mientras tanto,
seguiremos viviendo bajo nuestra alegre ignorancia a expensas de que
nuestro actual gobierno o los venideros, quieran dejar de mentirnos
y constaten que las cosas, al contrario que en el refrán, son
siempre lo que parecen.
Sin embargo, fuera como
fuese, llevamos treinta y pico años de democracia; algo que debemos
celebrar con entusiasmo, pero a pesar de ello, tengo la sensación de
vivir bajo un teatrillo organizado por unos cuantos para poner fin a
una situación que se antojaba cuanto menos nefasta; donde la gente
acudía a las urnas a elegir mandatario cada cuatro años, para que
en representación del mismo, hiciera lo necesario para conducir a su
país por el mejor de los caminos posibles, enfrentándose a cuantos
hiciera falta por el bien común del pueblo.
Pero todo aquello se
soluciono, y se llego a la conclusión que solo era necesario ofrecer
una falsa perspectiva de la realidad, donde el verdadero elector del
gobierno sería el mercado financiero, para que en representación
del mismo, hiciera lo necesario para conducir a nuestro país por el
camino que mejor le conviniera, dando al pueblo pildoritas de vida
para que creyeran vivir en democracia.
0 comentarios:
Publicar un comentario